Para generar valor en una marca, el marketing visual integral debe ser muy quisquilloso con los detalles, ya que todos ellos en conjunto, ayudan a construir la personalidad de la marca.



















Para una marca construir este puzle, diseñando cada detalle, es clave para conseguir transmitir eficazmente la estrategia corporativa y de marketing que se haya planteado, así como conectar con los deseos, expectativas y motivaciones de sus públicos, tener capacidad y recorrido para perdurar en el tiempo y generar valor económico.
Para una marca, acertar con el diseño de las experiencias de compra de sus clientes es fundamental y aquí el marketing visual off-on tiene un gran peso. Así que Para conectar con los clientes se necesita tocar su parte emocional y esto se consigue a través de activar sus sentidos. Todos los sentidos son importantes (incluso el 6° sentido que parece ser el móvil 😆), pero la vista se lleva el primer puesto.
En las experiencias de compra también pesan muchos los detalles y la parte visual es clave en la comunicación con los clientes. De hecho, la percepción que se tiene de un producto respecto a la calidad y al precio, viene determinada en gran parte por el entorno de dicho artículo.
La parte visual del retail es capaz de provocar dopamina y endorfinas en los consumidores, ¿nos estamos dando cuenta de lo que significa esto?, ¿estamos aprovechando todo este potencial?.
El buen marketing visual integral se preocupa por la omnicanalidad basada en la conveniencia de los clientes, comunicando y transmitiendo en cualquier canal de venta la esencia de la marca desde la coherencia y consistencia.
El buen marketing visual off-on lo mide todo. Los datos son imprescindibles para acertar más y mejor y también hoy la tecnología es un gran aliado.
El buen marketing visual integral es obsesivo con fidelizar clientes. Sabemos que es mucho más fácil vender un segundo producto a un cliente habitual que hacer un cliente nuevo para generar ese aumento en las ventas.